Contexto institucional contemporáneo y psicoanálisis.

 

Contexto institucional contemporáneo y psicoanálisis

María del Carmen Castro


El tema que convoca a esta mesa es el lugar del psicoanálisis en las instituciones, tema que invita a reflexionar sobre como influyen éstas en los que hemos elegido esta línea de pensamiento y según la cual trabajamos.

Una cuestión inicial que se plantea es la de si es posible una práctica psicoanalítica por fuera de algún contexto institucional: ¿El psicoanalista, ya sea que trabaje o no en una institución, puede sustraerse a los múltiples atravesamientos del contexto socio-histórico contemporáneo?



En los años 30 Sigmund Freud se refiere al tema institucional en respuesta a una inquietud de Romain Rolland, el poeta pregunta por el insondable origen del sentimiento religioso y el psicoanalista escribe sobre la condición esquiva de la felicidad, dejando a las futuras generaciones un ensayo abierto a múltiples posibilidades de pensamiento.[1]

El hombre su felicidad, su desamparo y su sufrimiento no han sido ajenos al campo del psicoanálisis, tampoco la laboriosa construcción que es la cultura, uno no es sin la otra y ambos son los extremos de una eterna diáspora: un orden público instituido, complejizado desde un orden inicial reglando la sexualidad y la agresividad y un orden singularísimo de fantasmas incestuosos y parricidas.

Freud será considerado para siempre un hombre de la cultura y su enunciación cuestionará también para siempre el andamiaje institucional. Las formas institucionales pueden ser diversas, la cultura es el conjunto de las producciones del hombre y varía con las épocas[2], aún así la enunciación freudiana del conflicto recorre todos los tiempos, desde la horda primitiva y el hermanado clan hasta nuestros días. Un más allá del orden público instituido insiste en insistir y cuando los mandatos institucionales se tornan desmesurados, así como el neurótico padece su culpa, la sociedad acusa un Malestar.[3]



Desde otra disciplina, Michel Foucault expresa que cada uno de estos órdenes públicos institucionalizados legitiman en un discurso compartido alguna forma de poder; las instituciones enmarcan, distribuyen y determinan entre otros efectos, la inclusión y la exclusión.

Ante una necesidad histórica-social se convoca a elementos heterogéneos a dar una respuesta de conjunto, este origen en la diversidad hace a las instituciones impensables, dado que su lógica es una aleación de las lógicas convocadas; sí se manifiestan con más claridad sus efectos, ejercidos siempre en hombres singulares. Puede recorrerse según está línea de pensamiento la Historia de la locura y la de las instituciones convocadas para dar cuenta de ella.

El pensamiento foucaultiano respecto de las instituciones es citado en tanto su pertinencia para entender esa convocatoria de lo disímil propia de nuestro contexto actual.[4]



Freud y Foucault coinciden en otorgar cierta contingencia histórica a las formaciones institucionales y en señalar el carácter de construcción de las mismas. El discurso legitimado de poder no se ejerce sólo en la vertiente del dominio y la sumisión sino que también implica una vertiente de creatividad.

La oposición público-privado puede entenderse como la de un orden institucional legitimante, contingente a una época histórica y la de un orden o estructura singularísima propia de cada sujeto.



En los años 70 una película, Heroína , basada en un libro de Emilio Rodrigué presentaba una escena, en la que el analista hablaba a su analista acerca de una paciente, en ese momento, un rumor primero y unos gritos después irrumpían en la sesión - Algo sucede afuera - decía más o menos el analizado, era una manifestación de reclamo de unos obreros. El analista interviene, más precisamente interpreta, según su línea teórica, en el aquí, el ahora y conmigo; pero ambos han sido distraídos, afectados por las voces de un tiempo histórico que no pueden dejar de oír. Un fugaz momento proclive o no a la difícil articulación de lo social, lo institucional y lo subjetivo.



Los años 30 del Malestar no son los actuales, ni tampoco los 70, aunque estos nos acerquen a la Argentina de hoy y sus instituciones. ¿El psicoanalista o quien persiste en aprender a serlo, puede permanecer alienado del referente institucional actual? El psicoanálisis sigue vigente, de hecho son numerosos los profesionales que eligen esta posición teórica y clínica. Una aproximación a ciertas características de las instituciones actuales y de los efectos en los analistas puede ofrecer una apertura al intercambio y a la investigación que enriquezca la praxis.

Se describe a las instituciones como estalladas[5], estallido cuyos efectos hemos sufrido los argentinos hace poco tiempo. Las preguntas planteadas por Freud pueden ser orientadoras para comprender este fenómeno: ¿Una sociedad civilizada podrá dominar la pulsión destructiva que la amenaza?[6] Y ¿ Quien podrá conjeturar el desenlace?[7]¿Será este des-enlace el llamado estallido institucional actual? Para Freud la primordial hostilidad humana amenaza a la sociedad de los hombres constantemente, poniéndola en riesgo de desintegración.



Entre los efectos de la fragmentación institucional se encuentra una separación entre la formación teórica y la posibilidad de hacer clínica: por falta de posibilidades de trabajo o porque las condiciones del mismo llevan a renuncias diversas al ideal profesional. Si la institución se mimetiza con aquello sobre lo que debe operar, perdiendo su función primordial, la brecha abierta entre teoría y praxis puede llevar a una clínica errante, en el camino de la sugestión con apariencia de análisis.

Otro efecto es aquel que se presenta como un refugio en el encuadre ritualizado, que sirve de protección a las invasiones del contexto, una práctica vacía delata a veces la dificultad del analista para ponerse en contacto con este conjunto diverso cuya lógica es de difícil acceso.

Práctica estereotipada o sugestión errante en las que el horizonte de lo singular se pierde, por certeza dogmática o por saturación de contexto social.

Otros efectos observables pueden ser:

El agotamiento por la cantidad de horas de trabajo necesarias para lograr una retribución económica aceptable; el desgano y la espera de acontecimientos mágicos que otorguen un alivio. El aburrimiento producido por la sensación de estar escuchando un único discurso , las historias comienzan a parecerse ante la enfatización de variables económicas similares y a esta indiferenciación se le responde en espejo repitiendo siempre lo mismo. A veces se observa un abuso de respuestas rápidas cuyo objetivo es dar soluciones, respondiendo a la urgencia o a la supuesta eficiencia valorizada por el contexto. Otras veces se experimenta una incomodidad al tener que responder a diferentes formas de burocratización impuestas por formatos diagnósticos, fijación del tiempo de la sesión o duración del tratamiento.

Todos efectos alienantes que pueden llevar a suponer o a sostener axiomáticamente una condición de arrasamiento en el paciente, por provenir de un ámbito institucional, cuando se está ante un sujeto que desea y simboliza porque es, no porque pertenezca o posea.



Se observan además dos aspectos tan contradictorios como heterogéneo es el conjunto de las instituciones de la cultura:

Uno se presenta bajo la forma de una cierta levedad kunderiana, una cualidad de inconsistencia de las instituciones, están hoy pero pueden esfumarse sin previo aviso mañana. la tendencia a la imperdurabilidad que se les atribuía ha cedido a un pasaje efímero; han perdido en parte su condición de garantes, si un sacrificio pulsional, diría Freud, era necesario en una de las partes, la otra debía garantizar un marco estable y todos sabemos lo difícil que es encontrar tal garantía. La cualidad de impensable de la institución se acentúa en esta inconsistencia y se observa en ocasiones en la clínica en una fragilidad del discurso, en cierta apariencia o superficialidad que hace conjeturar o temer por la fragilidad estructural del sujeto que lo enuncia.

El otro aspecto de las instituciones de hoy es que son valorizadas como un lugar de pertenencia. El desamparo inicial del hombre se actualiza en una necesidad de inclusión, en un contexto en el que se agiganta el individualismo y la competencia. Las instituciones tanto de formación como de práctica son percibidas también como un marco referencial, un ámbito para compartir experiencias , investigar y salir del aislamiento del consultorio.


El trabajo institucional ofrece también un campo especialmente apto para mostrar tanto las fracturas institucionales como el fantasma individual, en la llamada crisis institucional las variables se presentan con tal magnitud e intensidad que facilitan ciertas condiciones transferenciales y la posibilidad de poner en palabras lo que en otras circunstancias permanece silenciado.


Las reflexiones aquí expresadas son sólo algunas vías abiertas al intercambio de opiniones. El psicoanálisis está implicado en la diversidad de nuestra cultura, creo que su praxis es posible tanto en las instituciones como en el consultorio, que no se trata de cobre ni de oro , sino de trabajo cotidiano cuyo anclaje es finalmente una posición ética que cada profesional debe encontrar.

Bibliografía consultada 

1. Foucault M. ,Vigilar y castigar - SXXI, BsAs,1991
2. Freud S. , El Malestar en la Cultura. ,OC T III - Biblioteca Nueva, Madrid, 1968
3. Kaës R ,Sufrimiento y psicopatología de los vínculos institucionales - Paidós,BsAs ,1998
4. Moise Cecilia-Goldstein Rosa , Pensando la Institución - El Escriba, BsAs.,2001


Resumen: La propuesta para la Mesa Redonda es una reflexión sobre los efectos del contexto institucional en el trabajo del psicoanalista, tomando como líneas teóricas el pensamiento freudiano, en el Malestar en la Cultura, y conceptos de Michel Foucault sobre la demanda histórico-social en relación con las formas institucionales. Se describen algunos efectos en la clínica desde las vertientes de la fragmentación, la inconsistencia y la necesidad de pertenencia.

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Bahía Blanca, 2/10/03

[1] El Malestar en la Cultura (1930) fue escrito por S. Freud en respuesta a una inquietud de R.Rolland sobre un sentimiento oceánico como origen del pensamiento religioso y en relación con la condición de desamparo inicial del hombre.

[2] “... el término «cultura» designa la suma de las producciones e instituciones que distancian nuestra vida de la de nuestros antecesores animales y que sirven a dos fines: proteger al hombre contra la Naturaleza y regular las relaciones de los hombres entre sí” Malestar en la Cultura, OC.T3, Pág.21, B. Nueva, Madrid 1968

[3] “...por eso también se concibe fácilmente que el sentimiento de culpabilidad engendrado por la cultura no se perciba como tal , sino que permanezca inconsciente en gran parte o se exprese como un malestar”Op.cit.Pag56

[4]“... Estas tácticas han sido inventadas, organizadas, a partir de condiciones locales y de urgencias concretas. Se han perfilado palmo a palmo antes de que una estrategia de clase las solidifique en amplios conjuntos coherentes. Hay que señalar además que estos conjuntos no consisten en una homoge-neización sino más bien en un juego complejo de apoyos que adoptan los diferentes mecanismos de poder unos sobre otros permaneciendo sin embargo en su especificidad. Así, actualmente, la interrelación entre medicina, psiquiatría, psicoanálisis, escuela, justicia, familia, en lo que se refiere a los niños, no homogeneiza estas distintas instancias sino que establece entre ellas conexiones, reenvíos, complementariedades, delimitaciones, lo que supone que cada una conserva hasta cierto punto las modalidades que le son propias."El ojo del poder", Entrevista con Michel Foucault, en Bentham, Jeremías: "El Panóptico",Ed. La Piqueta, Barcelona, 1980.

[5] Es un concepto desarrollado por Ana María Fernández en Instituciones estalladas - Eudeba 2000

[6] “Debido a esta primordial hostilidad entre los hombres, la sociedad civilizada se ve constantemente al borde de la desintegración”Op.cit. Pág.38

[7] Malestar en la Cultura, Op. Cit. Pág.65

Autor/es: 
Lic. María del Carmen
Fecha: 
Domingo, 1 Julio, 2007